La explosión de las formas autobiográficas, el auge de los textos híbridos, la figura cada vez más problemática del autor son algunos rasgos dominantes del campo literario de las últimas décadas. Bajo estas coordenadas se ha consolidado la escritura diarista en la esfera española y latinoamericana, obras que surgen en los márgenes de la literatura y conservan, sin embargo, una vocación patrimonial. Esta forma de recapitular la experiencia coincide con el nacimiento de la escritura, el comercio y la vida administrativa. Los registros colectivos de la Antigüedad, es decir, las acta (que tenían que ver con el estado civil, las leyes, las elecciones), los libros de cuentas y los commentaria (que se referían a las crónicas) son los ancestros de los registros personales1. Si pensamos en ejemplos que dejan atrás la colectividad para centrarse en un sujeto, la tradición, nos remonta, en Oriente, a El Libro de la Almohada de Sei Shonagon y al Diario de la dama Murasaki, de Murasaki Shikibu. En ambas autoras, rivales literarias a finales del siglo X, ya encontramos algunas características que esbozan el género: agudeza en las observaciones, reflexión personal, inclinación por el detalle, síntesis de un medio social, crítica de los contemporáneos, estilo confesional, textos que obedecen a una forma reconocible y a la vez difícil de definir.
En Occidente, el Diario de Cristóbal Colón, perdido y transcrito por Bartolomé de Las Casas, es uno de los ejemplos más representativos de una escritura que era ante todo un registro técnico y se convirtió en uno de los textos fundacionales de la Conquista de América. La llegada del papel, la concepción del tiempo basada en la aparición del reloj mecánico, del calendario anual y del uso de la agenda, corresponden a la evolución del individualismo y a la aparición de escrituras centradas en una cronología de lo íntimo. En este proceso, el Diario (1660-1669) de Samuel Pepys es un precursor de una escritura que mezcla lo privado, los grandes acontecimientos históricos en el Londres de la Restauración (la peste de 1665 o el incendio de 1666), los gastos cotidianos y la ascensión social del autor2.
Entre el diario marítimo como registro etnográfico y el diario como escritura de lo privado, habría que agregar el relato introspectivo cuya finalidad consistía en convertirse en un instrumento de educación espiritual. Para Georges Gusdorf, el discurso religioso es el gran modelo de la escritura diarista. San Ignacio de Loyola, en su Diario espiritual (1544-1545), se libra a una expresión interior en la que los movimientos del alma son vistos con lucidez y raciocinio, dejando un lugar para la mística.
Estas influencias se afianzan en diferentes direcciones y ámbitos de la escritura del yo, sin que los textos que resultan tengan la finalidad de publicarse. El siglo XIX será un punto de ruptura; aparecen, con la publicación póstuma o en vida, algunos modelos del género: el Diario de Benjamin Constant (1861) quien dio a una parte de su escritura la forma de un código para protegerse; el Diario de Stendhal (1888), paradigma de una escritura rápida y de una vida consagrada a múltiples pasiones; el Diario (1887) de los hermanos Goncourt, centrado en la vida literaria, política y social; el Diario (1887) de Marie Bashkirtseff que marcaría una nueva etapa en el diario femenino, alejándose de la edificación y el contenido pedagógico, para convertirse en la “biblia de toda una generación en Francia y en el extranjero”3.
A partir de finales del siglo XIX, la tradición diarista no deja de ampliarse. El género ya puede estructurarse en un canon: Tolstoi, Kafka, Gide, Musil, Virginia Woolf, Thomas Mann, Anaïs Nin, Pavese, Witold Gombrowicz, Susan Sontag… En España, los exiliados republicanos cultivan el género (Juan Ramón Jiménez, Emilio Prados o Max Aub); a lo largo del siglo XX y XXI, aparecen ejemplos memorables: el Retrato del artista en 1956 de Jaime Gil de Biedma, Vuelta de Rosa Chacel, El quadern gris de Josep Pla, Salón de pasos perdidos, el proyecto monumental de Andrés Trapiello, Cuadernos de todo de Carmen Martín Gaite, Días de diario de Antonio Muñoz Molina, una tradición que desemboca en los Diarios de Rafael Chirbes, uno de los ejemplos emblemáticos del género en la literatura española contemporánea.
En América latina, los casos son igualmente numerosos: el Diario secreto de José María Vargas Vila, el Diario de Federico Gamboa, los Diarios de aprendices de César Brañas. Más conocidos, más impactantes y paradigmáticos son los Diarios de Alejandra Pizarnik, una selección póstuma de los treinta documentos (libretas, cuadernos, hojas grapadas) conservados en la Universidad de Princeton; La letra e. Fragmentos de un diario de Augusto Monterroso; o Diarios tempranos. Donoso in progress de José Donoso, parte de los 64 tomos que se conservan en la Universidad de Iowa y de Princeton, y que reúnen 45 años de escritura diarista. En este corpus hay que citar dos ejemplos mayores que convierten al diario en la culminación de una obra: La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro y Los diarios de Emilio Renzi de Ricardo Piglia.
Nuestro dossier pretende interrogar un corpus español y latinoamericano, centrándonos en los siglos XX y XXI. ¿Cuáles son las modalidades de la construcción de la figura de autor? ¿El diario es el laboratorio de una obra paralela, o es la gran obra imprescindible, la obra culminante, “el desenlace de una metaficción que engloba toda una trayectoria”4? ¿Cuáles son las tensiones entre literatura y política que se evidencian en estos textos? ¿Y entre lo íntimo y lo público, entre la escritura para sí y la escritura para los otros, entre la voluntad del escritor y la posteridad? ¿En qué sentido los diarios obligan a pensar de nuevo las nociones de lo privado, lo nacional, así como del compromiso? ¿Qué lugar ocupa el diario, con sus estrategias y modos narrativos, en las escrituras numéricas dominadas por la emergencia del yo?
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Nuestro dossier cuenta con dos textos de autor y diez artículos críticos, estableciendo un diálogo entre creación y crítica especializada, y abordando la problemática de los diarios bajo un enfoque transcontinental.
Miguel Tapia, escritor y crítico mexicano, explora el lugar de las nuevas tecnologías en la transformación del diario íntimo. A diferencia de los diarios del pasado, que se escribían en la intimidad y se publicaban años después, los diarios contemporáneos se producen y se comparten de manera inmediata, creando una relación nueva entre el autor y el lector. Esta escritura en línea, representada en blogs y redes sociales, mantiene elementos del diario tradicional, como la reflexión sobre la vida cotidiana, pero se caracteriza por su accesibilidad y la interacción constante con un lector virtual. Tapia menciona a autores como Claudia Apablaza y Jorge Harmodio, cuya escritura digital redefine la noción de intimidad y amplia las posibilidades creativas, pues enlaza la vida personal con la narrativa pública. Asimismo, Tapia se detiene en El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza, novela que utiliza el archivo personal de su hermana asesinada para dar voz a su historia. Con ésta y otras referencias, Tapia analiza la evolución del género diarístico.
Por su parte, Miguel Ángel Arcas, el segundo escritor invitado, explora la escritura del diario como un género libre, en particular a través de su Cuaderno de Choisy, obra gestada durante el confinamiento. El autor, que se identifica más como poeta y narrador breve, escribe desde París, reflexionando sobre el aislamiento y la ausencia. Su diario no sigue un formato metódico ni aborda directamente la pandemia, sino que busca evocar un tiempo fuera del tiempo, donde lo vivido se mezcla con la memoria y la ficción. El autor sugiere que la escritura funciona como un puente entre la intimidad personal y la extimidad, revelando experiencias individuales que resuenan en un contexto colectivo. Arcas también critica la rigidez de los géneros literarios y proclama una escritura diversa y ecléctica, capaz de integrar formas y estilos nuevos.
Jimena Larroque estudia uno de los monumentos de la diarística contemporánea, los Diarios de Rafael Chirbes, una obra que ha sido celebrada por la crítica periodística y especializada, y cuyo parangón a la otra orilla del atlántico serían los Diarios de Emilio Renzi de Ricardo Piglia. En su artículo, Larroque define la especificidad de los diarios póstumos de Chirbes, su condición de obra autónoma en la que van y vienen las obsesiones literarias, en la que se hace evidente el proceso creativo y la búsqueda de estrategias narrativas. En esta obra fragmentada, Chirbes se refugia, dialoga con sus inseguridades, con sus luchas, con su visión de la historia y de la política. A través de los Diarios, Larroque analiza los ejes esenciales del legado de Chirbes.
El artículo de Félix Terrones coincide con un amplio número de homenajes al escritor chileno José Donoso, con motivo de los cien años de su nacimiento. A partir del estudio del volumen Diarios tempranos: Donoso in progress, 1950-1965, Terrones se detiene en la historia textual de esta publicación. El artículo, de manera polémica, muestra la singularidad de un diario confeccionado por su autor y por una “instancia mediadora”, representada por Cecilia García-Huidobro. Terrones destaca los enfoques y las reinterpretaciones que suscitan dichos ajustes editoriales, a la vez que insiste en las temáticas mayores de estos papeles póstumos. El artículo dialoga no solamente con la identidad literaria que surge de los Diarios, sino con otras novelas como El jardín de al lado, indicando las obsesiones comunes: la falta de reconocimiento, las continuas crisis narrativas y económicas, los problemas familiares.
Un caso distinto es el de Héctor Abad Faciolince con Lo que fue presente (Diarios 1985-2006). Se trata de un ejemplo sumamente raro en la tradición colombiana, en la que los diarios de envergadura son escasos. Abad Faciolince no inaugura la tradición, pero sí le otorga al género diarístico una visibilidad que no tenía en el marco de la narrativa colombiana. Bárbara Rodríguez Martín estudia la articulación entre Lo que fue presente y la novela emblemática de Abad Faciolince, El olvido que seremos. Con un rastreo minucioso y una particular atención a la cronología, Rodríguez Martín detalla la evolución del narrador, quien logra construir un espacio literario para contar la dolorosa historia del asesinato de su padre en 1987. El artículo profundiza en dicha relación entre duelo y escritura que lleva finalmente a la novela. Nuestro dossier incluye un segundo artículo sobre los Diarios de Abad Faciolince. Dilan Parra Londoño, por su parte, consolida una reflexión acerca de la escritura del yo, su punto de contacto con la intimidad y la confesión, y también con el silencio y el abandono de la escritura. Los Diarios de Abad Faciolince, así como las circunstancias de su publicación, permiten pensar la temática del pudor y el alcance de la escritura autobiográfica cuando el escritor ha adquirido una importancia como figura pública. El artículo de Parra Londoño señala dichas tensiones, además de insistir en las múltiples contradicciones del espacio autobiográfico, en su lenta elaboración, en su valor como testimonio de una víctima del conflicto colombiano. La noción de “imprescriptible” es desarrollada para situar el lugar de los Diarios en relación con la violencia y el poder simbólico de la escritura.
Si bien la crítica sobre el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro es abundante, el artículo de Paul Baudry resulta original, pues establece un paralelo entre La tentación del fracaso y el Journal de Henri-Frédéric Amiel. El joven Ribeyro encontrará en la vasta obra de Amiel un espejo de su carácter literario, ya que el diario como práctica puede ser un refugio al spleen decimonónico, y al mismo tiempo una forma de exacerbar el sufrimiento existencial. A través de la escritura del diario, Ribeyro se autoaisla y establece una relación más cercana con su predecesor. Baudry se detiene en la evolución de dicha postura, ya que el pesimismo literario se convierte en un dolor real, y el diario en una crónica de la lucha de Ribeyro por sobrevivir al cáncer que lo aqueja. El artículo indaga en las paradojas, en los síntomas y en las consecuencias de la compleja relación entre diario, vida y enfermedad.
Nuestro dossier explora igualmente la figura del diarista músico, a través del artículo de Benoît Santini dedicado al diario de Reynaldo Hahn. Editado por Philippe Blay a partir de numerosas fuentes, el diario del compositor venezolano abarca desde 1890 hasta 1945. Santini examina diferentes momentos del diario, como la formación musical de Hahn en el conservatorio de París, o el retrato sociológico y artístico de una época, pasando por la relación con Marcel Proust, entre otros. Santini demuestra que la escritura de Hahn va más allá de un simple registro, y que por el contrario se trata de una práctica creativa que es el espejo de su personalidad musical. El diario resulta ser una bitácora de la trayectoria artística de Hahn, poniendo de relieve la agitación cultural de la época, y abarcando las dos guerras mundiales. El artículo amplía nuestra mirada histórica y sociológica del fenómeno diarístico, pues hace hincapié en la continuidad entre música y escritura literaria.
Un capítulo importante de nuestra reflexión está dedicado al lugar de las diaristas. Adriana Vilariño Amado, teniendo en cuenta el auge de las autobiografías, estudia la importancia creciente de los testimonios de mujeres. Su artículo polemiza con las categorizaciones del discurso historiográfico que tiende a formar grupos o colectivos, ignorando las especificidades individuales. Tal es el caso de la escritora española Concha Méndez, incluida dentro del grupo de las Sinsombrero. El artículo de Vilariño Amado reinterpreta dicha asociación, a partir de la lectura de Memorias habladas, memorias armadas, libro editado por su nieta Paloma Ulacia Altolaguirre.
Un ejemplo de diarista, que establece a su vez un diálogo con el artículo de Miguel Tapia, es el caso de Mariana Eva Pérez. La autora argentina, en Diario de una princesa montonera, evoca la historia de sus padres, desaparecidos durante la dictadura militar. Cécile Torrents indaga en la temática de la memoria, de la identidad fragmentada, de la difícil reconstrucción de un pasado traumático, y al mismo tiempo en la necesidad para la escritora argentina de dibujar un yo que no esté anclado en una etiqueta. La escritura del diario permite ir más allá de un imaginario fijo y contribuye a un cuestionamiento ontológico.
Nuestro número hace una incursión en el siglo XIX chileno. Alejandro Fielbaum, con un andamiaje filosófico, se apoya en la reflexión de Derrida sobre la idea de que la literatura produce secretos que no existen previamente, provocando así una fisura en el lenguaje. Tal fisura, en el espacio democrático, abre nuevas formas de comunicación. Fielbaum retoma el ejemplo de Don Quijote para ahondar en la imposibilidad de dar cuenta de la vida de un sujeto, y relaciona la figura cervantina con la propuesta de Lastarria de una literatura sin secretos. A partir del estudio de El diario de una loca, se desarrolla la hipótesis de una reescritura que pone en juego la herencia quijotesca y la visión social de la literatura.
El dossier se termina con un artículo de Kevin Perromat, acerca de la utilización del diario como un procedimiento formal en las obras de Julio Cortázar. Las variantes son numerosas (diario de lecturas, diario de sueños, diario de viaje, diario íntimo ficcional); Cortázar se apropia de ellas, en diferentes momentos, para explorar y subvertir los géneros literarios. Dicha práctica insiste en el carácter experimental de la literatura cortazariana, siempre atenta a criticar los usos más convencionales de la literatura. Perromat concluye nuestro dossier abriendo nuevas perspectivas de estudio, ya que analiza el diario no como una finalidad, sino como una forma que enriquece poéticas individuales y estéticas en devenir.
[1] LEJEUNE, Philippe, BOGAERT Catherine, Le journal intime. Histoire et anthologie, París, Textuel, 2006, p. 41.
[2] SIMONET-TENANT, Françoise, Le journal intime. Genre littéraire et écriture ordinaire, París, Téraèdre, 2004, p. 47.
[3] Ibid, p. 79.
[4] PREMAT, Julio, “Piglia/Renzi, postrero desliz”, Ricardo Piglia: cierta idea de literatura, Cuadernos Lirico, [En línea], Hors-série | 2019. URL: http://journals.openedition.org/lirico/7907; DOI: 10.4000/lirico.7907.
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