La obra por la que este médico pasó a la posteridad empieza con diez páginas de un prólogo que cumple con, entre otros, su papel de presentación para luego detenerse brevemente en una introducción geográfica de las Antillas en tres páginas, que pronto deriva durante otras treinta en una contextualización que deja surgir unas consideraciones sociológicas y sicosociales. Luego Barrera y Domingo describe y comenta, según lo anunciado, las enfermedades, diagnósticos y curas que mediante su larga experiencia le ha sido dado conocer en los ingenios antillanos y en particular, cubanos. En las tres últimas líneas de su libro, tras una última transcripción de medicación por él recetada, y a modo de postfacio pues separa sus últimas palabras de lo que precede con una raya horizontal, se dirige de nuevo “al lector” en general, poniendo especial énfasis en la transmisión de sus conocimientos y pensamiento, en una suerte de pedagogía de las ideas, deseando tener con su texto alguna utilidad humanística.
El prólogo de la obra, que consta de diez páginas y en que vamos a centrarnos dentro del marco de este trabajo, nos parece concentrar rasgos representativos del pensamiento de la Ilustración hispánica, tanto en el plano formal como temático. Vamos a ver que, pese a que Francisco Barrera y Domingo trabajó para unos esclavistas, surge de sus consideraciones un médico mucho más negrófilo que negrero, letrado y sincero católico.
La redacción de las Reflexiones histórico-físico-naturales-médico-quirúrgicas cuyo título abreviado viene completado, en la primera página o portada de las 514 de que consta la edición de 19531 por este largo subtítulo: […] Prácticos y especulativos entretenimientos acerca de la vida, usos, costumbres, alimentos, bestidos (sic), color y enfermedades a que propenden los negros de África, venidos a las Américas, fue terminada en La Habana a 23 de julio de 1798 tras haberla iniciado su autor2 el 9 de febrero de 1797.
Al extenso título ya citado se le añaden, en la siguiente página, nuevos elementos para precisar el contenido de la obra: “Breve análisis de los reinos mineral, vegetal y animal. Finalmente se detallan en un discurso compendioso los conocimientos más útiles de la Naturaleza”. A renglón seguido prosigue el autor con este párrafo, también parte del título:
Reuniendo en él los característicos sentimientos de la caridad española para la conversión de negros e indios, y el horror que estos tienen o conciben de otras naciones europeas con particularidad a la anglicana y República Francesa, de cuyas dos naciones han aprendido estos infelices el esplin, es decir, la última maldad de acabar con su vida por su mesmas manos3.
Religión, (“caridad”, “conversión”, “anglicana”), moral: (“maldad”, “acabar con su vida por sus mesmas manos”) y política (“República Francesa”) se confunden aquí y evocan temas al parecer alejados de la cuestión central de los negros de África.
La palabra “esplín”, según la entiende Barrera, es objeto de largos desarrollos en el libro por la suma importancia que le otorga el autor dentro del marco de sus investigaciones relativas a la salud mental de los negros esclavos.
Finalmente, concluye este largo apéndice de título con esta mención: “Livro Segundo y Período Segundo, Comenta esta obra, con varias adiciones y enfermedades nuevas, para vien de la humanidad”.
El título, cuyo tamaño remite al estilo barroco, revela -pero solo en parte- lo polifacética que es la obra, anunciando tres dimensiones: una, de antropología cultural4 relativa a los africanos esclavizados de las antillanas plantaciones de caña, otra, políticoreligiosa y la última, médica. La diversidad de los ejes abordados emparenta desde el título este conjunto de más de quinientas páginas con la efervescencia intelectual del siglo de las Luces.
No resulta fácil definir la naturaleza de aquel notable documento, el cual, confundido entre un montón de papeles y periódicos viejos pero llegado a manos del erudito historiador Manuel Pérez Beato en el año de 1910 y rescatado por él, no pasó del estado de manuscrito hasta 19535.
En efecto, no es un tratado en el sentido de que no “discurre a propósito de una materia determinada”6, (pues sería más bien precisamente lo contrario), y es muy largo para corresponder a un manual, “un libro en que se compendia lo más sustancial de una materia, un tratado breve”7. Por las primera y última páginas podría quizá acercarse al género del memorial que consiste en “apuntes y reflexiones con un fin”8, pues de hecho explicita dos, dirigiéndose a su lector: “el vien de la humanidad”9 y “formar(se) una verdadera idea de la vida infeliz de estos infelices”10, esclavizados en las plantaciones americanas. Finalmente, también se aproxima al ensayo11, como obra de reflexión que versa sobre temas variados y expuestos por el autor, con un estilo personal, pudiendo ser polémico o partidario y conveniente a la reflexión filosófica. Sin embargo, ya que el factor “extensión de la obra” también ha de ser tenido en cuenta, por ser consustancial al ensayo manifestarse en formas breves, o moderadamente extensas12, tampoco encaja plenamente y quizá se tenga que, al fin y al cabo, tomar la obra como la presenta el autor, es decir como un conjunto de reflexiones13.
El libro, dividido en numerosas secciones cuya lógica organizacional aparece algo tortuosa14, anuncia tres grandes partes:
Dividiré esta obra a las claves siguientes.
1°. A las emfermedades mas comunes que por falta de la livertad, acometen a los negros en la larga nabegación de Africa a la América.
2°. Las mas principales especies, nombres, diferencias, causas, señales, vaticinios de estas emfermedades, que consisten en un estado depravado de toda máquina corpórea, o de una parte considerable de ésta, complicada con alguna afección de el alma o de el sensorio.
3°. El distinguir y describir lo que palmariamente he visto, por centenares de veces, no sólo, en los armazones, á donde se venden los negros, sino en muchísimas emfermerías, de estas especies diferentes de emfermedades que en realidad de verdad, son de un mismo género, aunque diferentes en especie, y que se obserban con mas frecuencia en ambas Américas15.
Pero estas partes luego sufren modificaciones en el índice16.
En efecto, mientras que el autor desarrolla desde la página 66 hasta la última el primer subtítulo relativo a “los negros de Africa, venidos a las Américas”, no incursiona sino puntualmente en el “Breve análisis de los reinos mineral, vegetal y animal” y solo integra “Los conocimientos más útiles de la Naturaleza” a medida que van presentándose casos y enfermedades a lo largo de su redacción. Se desprenden del índice, de los capítulos, números, subpartes, una voluntad de estructura pese a una impresión de profusión barroca y cierta inadecuación, aunque no exclusiva de nuestro autor17, entre lo anunciado y el contenido.
El prólogo, que empieza en la página 11 de nuestra edición “[…] desde sus más remotos orígenes, orienta el proceso lector hacia cierta interpretación considerada como la más correcta o la más cercana a las intenciones originales del autor”18. Además, procura captar la benevolencia de su lector –“amado letor”19–, precisando desde el título la identidad de aquel a quien se dirige: “PROLOGO O CURIOSIDAD AL BENEBOLO LETOR DE MEDICINA Y CIRUGIA” antes de proseguir, sin rodeos y con un humor algo provocativo: “Conozco, amado letor, ya seas verdadero médico o cirujano, (o ya lo seas falso), que de todo hay en la viña de Dios”20. De hecho, si destina su trabajo en primera instancia a los especialistas de su arte o de profesiones afines, también cumple con su propósito de dirigirse a los falsos médicos, atacándolos desde la segunda página con durísimas críticas. Estas no deben asombrarnos sobremanera pues participaban de las clásicas polémicas que acompañaron la difusión de la prosa de ideas reformistas desde el periodo preilustrado de los novatores y dividieron a lo largo del siglo los lectores entre los interesados, los amigos, los enemigos y los imparciales21. De ahí que se preparara a enfrentar opiniones contrarias:
Y queda satisfecho hasta aquí, que las razones y reparos que pueden ofrecerse a los que llevados de su natural atrabiliaria suelen leer libros y aun acudir a los sermones, no para celebrar lo bueno que oyen ó hallan escrito, sino para registrar los ápices, por ver si hallan que tildar, morder ó censurar22.
Inmediatamente después viene la declaración de humildad, en que compara su transcripción con un “aborto como el que dió el monte, que hiba de parto, que al último parió un ratón”23. Al justificar sus imperfecciones por su origen modesto y rural “pobre aldeano de la serrania de Albarracin”24, anticipa, muy clásicamente, las críticas de sus lectores, templadas quizá “por la caridad que deves tener como católico”25 del segundo párrafo. Aunque su estatus social y geográficamente periférico exige que pida, acaso solo por sacrificar al requisito retórico, la indulgencia de un lector procedente de una categoría potencialmente superior, el grado de Licenciado con que firma en primera página le otorga de por sí una irrefutable autoridad intelectual en su campo, la cual tiende a compensar su origen provincial y plebeyo que no obstante subraya:“vien sabes, o por mejor decir, no ignoras, que los escritores aldeanos, son de limitados talentos”26.
Desde el segundo párrafo presenta la génesis de su texto, el proceso de gestación anterior, a raíz de su aprendizaje y práctica medicales y también la razón de su paso a la escritura:
[…] tomé la pluma para hacer algunas averiguaciones mías que tenía ya hechas 17 años antes. No soy naturalista, pero sí observador de todo aquello que juzgue útil a la Facultad que profeso, Y esta es la principal causa que me ha movido ha acer experiencias en los pobrecitos negros esclabos27.
Primero va “aquello que juzgue útil a la Facultad que profeso” es decir, la preocupación por el progreso de la medicina, pero en seguida aparece la compasión por sus pacientes “los pobrecitos negros esclavos.” Para Barrera y Domingo, las dos preocupaciones, la científica y la humana, son indisociables en una relación de causa y efecto: “quiero manifestarte los infortunios que estos miserables e infelices negros padecen por falta de médicos y cirujanos que los curen racional y caritativamente”28.
Llama la atención el párrafo siguiente ya que, frente a la extrema modestia con que (des)calificó su capacidad literaria, el autor reivindica ahora unos éxitos innegables como médico:
[…] é puesto en práctica, en esta gran ciudad de la Havana, mi tribial método de curar en muchísimas casas de grandes yngeníos, en las que se han salvado millares de miserables negros esclabos, con las curas que he logrado quasi milagrosas, […]29.
Sus resultados justifican el interés que ha encontrado en recoger, compilándola, una experiencia de medicina clínica ejercida personalmente durante casi dos décadas y son ponderados a la luz de la finalidad última, el “vien de la humanidad” al que nuestro autor, como médico, contribuyó curando y salvando vidas. Por otra parte, los aportes de su trabajo están en las “varias adiciones” y “enfermedades nuevas” que el título de la obra mencionaba; son avances de la medicina de los que se beneficiaron “millares de miserables negros esclavos”, así como, de ahora en adelante, el resto de “la humanidad”. He aquí varios rasgos que se manifiestan bajo la pluma de Barrera y Domingo y pertenecen a la corriente de las Luces como el valorizar la experimentación científica, amplificar y completar los conocimientos científicos, compartirlos para mejorar la situación de las poblaciones.
De modo que, pese a su oscuro origen provinciano, aislado en una isla del Caribe hispano, Barrera y Domingo pertenece plenamente al espíritu de las Luces del que sus teorías y su práctica están impregnadas.
De Francisco Barrera y Domingo poco se sabe con certeza. Nacido en Aragón hacia 1763, adquirió su formación profesional en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, en que permaneció durante seis años. Ciertas fuentes indican que efectuó el viaje como cirujano naval y llegó a las Américas alrededor de 1777, ya que en 1797 reconoció una permanencia de veinte años entre los habitantes antillanos de origen africano. Falleció el 25 de abril de 1803, y su acta de defunción redactada en La Habana indica que estaba soltero, sin hijos, y que contaba con cuarenta años, edad calculada posiblemente por aproximación30.
En una subparte titulada “Hipócrates negrero” del primer capítulo del segundo tomo de su famosa obra El ingenio, el historiador cubano especialista de la esclavitud, Manuel Moreno Fraginals, presenta a los cuatro médicos conocidos por haber atendido a las “negradas” –como se solía decir en Cuba entre finales del siglo XVIII y la segunda mitad del XIX. De ahí el epíteto “negrero” con que los califica puesto que todos, en algún momento de su actividad, fueron retribuidos por poderosos hacendados quienes los habían contratado, lo cual era la condición para que pudieran encargarse de la salud de los esclavos –es decir que de lo contrario no hubieran tenido ni permiso para hacerlo ni subsidio. El tercero de ellos resulta ser Barrera y Domingo, de quien dice Manuel Moreno Fraginals: “Alrededor de 1792 era protegido del II Conde de Casa Barreto y su cuñado el I Marqués de Casa Peñalver, quienes le aseguraron una clientela de varios miles de esclavos”31, lo que confirma el mismo Barrera y Domingo en su libro32. De modo que en este sentido sí fue “negrero” nuestro autor, pues trabajó para unos esclavistas y no solamente cubanos puesto que “con experiencia de curar esclavos adquirida en la colonia francesa de Saint Domingue, fue uno de los primeros médicos especializado en “enfermedades de los negros” que arribó a Cuba”33. Realizó las observaciones de sus Reflexiones durante casi dos décadas de ejercicio profesional y, aunque ostenta el grado universitario de “licenciado” desde la portada de su libro, la noticia biográfica que le dedica la Biblioteca de Historia asegura que “No se sabe dónde pudo conseguir el grado de licenciado en Medicina”34, de manera que no es imposible que tal título sea usurpado.
Durante su estancia en la isla estuvo relacionado con la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana35, establecida en 1793, lo que le permitiría mantenerse actualizado en cuanto a novedades científicas en general y médicas en particular. Otro dato importante para vincular a Barrera y Domingo al espíritu de las Luces lo constituye su encuentro y colaboración en 1797 con el también aragonés médico y botánico Martín de Sessé y Lacasta (1751-1808), formado como él en la Academia de Zaragoza y llegado a la isla después de una estancia en Martinica. Sessé, con treinta y cuatro años, o sea en 1785, se había trasladado a México con el ánimo de renovar la investigación, la enseñanza de las ciencias naturales y la caduca práctica médica, en concordancia con lo que estaba sucediendo en la metrópoli. La intimidad entre ambos, quienes trabajaron juntos en el estudio y tratamiento de más de trescientos pacientes afectados de parasitosis que producía la culebrilla dracunculus y a los que extrajeron, con ayuda del microscopio, más de tres mil quinientos parásitos en diversas localizaciones anatómicas36, pudo acercarlos en un común afán por, desde sus dominios ultramarinos, contribuir a recuperar el puesto perdido por España dentro del avanzado racionalismo europeo de finales del Siglo de las Luces.
Barrera y Domingo tiene la autoridad intelectual que por una parte le infunde el título de licenciado y por otra, y desde el prólogo, la que le dan las múltiples evidencias de su erudición. Las citas a autores clásicos como Hipócrates y Galeno no pueden faltar bajo la pluma de un médico37. Tampoco las sentencias en latín: “Videmus expertos magis id quod intendunt conscqui quam illos qui intonem absque spcrientia tant” ni las referencias a los clásicos Aristóteles, Platón, Plinio38. Más reveladoras de su actualizacion científica son las menciones de diversos médicos contemporáneos, como “Riberio39 y Piquer”40 o de la “Medicina Scéptica de Martín Martínez”41. Si bien no es posible afirmar que Barrera y Domingo leyera su Medicina escéptica y cirugía moderna de dos tomos, redactada entre 1722 y 1725, tenemos la prueba de que conocía su existencia y la de su autor, un médico y filósofo entre los novatores o preilustrados españoles y renovador de la medicina en España durante la primera mitad del siglo XVIII42.
A lo largo de sus Reflexiones… sigue revelando Barrera sus conocimientos eclécticos y vastos, por ejemplo en la cuestión de la calidad del agua. Se refiere entonces a cuatro autores de épocas diferentes, en particular Ernst Platner, médico y filósofo alemán, nacido en 1744, conocido por sus trabajos en antropología. Del arquitecto del siglo XV Leon Bautista Alberti, dice “es a mi juicio, el autor que mejor ha escrito sobre esta materia”43, prueba que lo ha leído, además de mencionar a Columela, escritor agronómico hispano de la Antigua Roma, del 1er siglo después de Cristo y a Paladio, un escritor y agrónomo romano del siglo IV cuya obra se centra fundamentalmente en la economía agrícola. Concluye su discusión aseverando que esas cuatro referencias, dispersas en el espacio y el tiempo –lo cual le confiere mayor autoridad, cruzando, es el caso de decirlo, las fuentes– prefieren las aguas de fuente, que no de río o en cisternas.
Difícil es identificar los contextos que le dieron acceso a estas producciones librescas pero podemos suponer que parte de su formación teórica, durante su primera juventud, se realizó en la región de Zaragoza, gracias, en particular, a la creación, en 1776, de dos Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, la Aragonesa y la Valenciana, lo cual impulsó la investigación y difusión de los saberes científicos44. Luego de su llegada a América, y primero en las colonias francesas, en 1777 con catorce años- si su fecha de nacimiento es exacta-, es muy probable que gran variedad de lecturas estuviesen a su alcance. A partir de su instalación en Cuba, alrededor de 1783 y hasta 1793, fecha de fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana que vendría a dinamizar la actividad intelectual en la isla, podemos imaginar que Barrera y Domingo tuvo que conformarse con las bibliotecas privadas de ciertos hacendados o con algunas tertulias habaneras para mantenerse al tanto de las innovaciones científicas. Mal que bien, pese a la lejanía de los centros europeos, este humilde médico supo hallar canales para constituirse un patrimonio cultural en fase con su tiempo.
El contraste con la indigencia intelectual de sus colegas americanos es extremo y desde la segunda página del prólogo, Barrera y Domingo arremete contra:
[…] Los médicos que por lo común se aplican a sacrificar a estos pobrecitos en los yngenios para curar sus emfermedades, así internas como externas son unos profesores destituidos de principios médicos, faltos de estudio, pues muchos de ellos ni aun leher saben (falta muy grabe en el Real Protomedicato)45, ni menos tienen conocimiento alguno en la menor parte de la medicina46.
Su alusión al Protomedicato como necesario instrumento de control y castigo de los casos de mala praxis o excesos cometidos por personal sanitario o ejercicio ilegal de la medicina, también llamado intrusismo, sirve su denuncia de los charlatanes. Estos son, precisamente, “intrusos a curar todo género de achaques, sin tener más noticia de ellos que el saver como se llaman”47, son “papagayos”48 que solo recitan sin entender, y de los que se burla con su juego de palabras:
que ni se les puede llamar metódicos, ni menos apellidarlos empíricos. Tentó... pueden llamarse, por lo que a bulto y sin distinción exercitan. Y a modo de su grandísima ignorancia, quieren aparentar sabiduría (entre algunos buenos españoles), trascendiendo los límites de su profesión y ofreciendo obras y obserbaciones que no han echo, ni menos son capaces de hacer por falta de principios, luces y conocimientos médicos, y anatómicos49.
Un historiador de la medicina recuerda que en el siglo XVIIII,
[…] tout médecin voulant composer un traité digne de confiance, se doit de commencer par dénoncer les charlatans comme si la nécessité de recourir à l’expérience devait passer par l’exercice suivant : exorciser et extirper le caractère aventurier et contingent de cette pratique50.
Sin embargo, la violenta diatriba de Barrera y Domingo contra la “impostura”51 no es mero ejercicio retórico: se indigna desde el prólogo de la ignorancia de supuestos médicos pues esa causa: “[…] grabes daños en los pobrecitos negros, […]”52. Más adelante, da el ejemplo concreto de la amputación. Expone que:
[…] Por impericias e ignorancias en muchos centenares de facultativos, [quienes] hacen sufrir a los pobrecitos negros una curación tosca por no haber entendido bien estas diferencias (entre úlceras locales y generalizadas), no hallando ellos en su corta práctica remedio para ataxar la putrefacción, […] tocan luego arrebato de amputar el mienbro, sea brazo, mano, pie, pierna, o muslo53.
A diferencia de tales médicos incompetentes y sin calificación por lo que “se ve a cada instante negros estropeados y con amputaciones de piernas, brazos, manos, muslos etc.,”54 Barrera y Domingo presenta, él, un balance muy positivo: “yo e salido en quantos casos se me han presentado de igual especie, sin que en millares de negros que he curado, aya amputado un mienbro”, y precisa, en aras de la verdad: “No niego el que me han quedado algunos mancos y cojos, pero me halavo y alabaré, que he salvado el mienbro a el negro”55.
De sus colegas, generalmente unos criollos que rechazan a los médicos españoles, también dice que: “Los libros cuando los hayan visto sea por la superficie pues aun cuando los entiendan”56, lo cual provoca su virulenta crítica pues el bajísimo nivel y la pereza intelectual van de la mano con una impericia que provoca estragos en el paciente. Al respecto, les reprocha duramente su falta de empatía y de autocrítica, pues sus faltas profesionales se producen: “aunque sin escarmiento de sus conciencias”. A la inversa, Barrera y Domingo desde la primera página habla de “los pobrecitos negros esclabos” para con quienes declara en infinitas ocasiones sentir “compasión”57.
Subrayando lo imprescindible que es el saber para dominar su campo profesional de manera eficiente, Barrera y Domingo introduce otra dimensión necesaria, la crítica, mediante la que se supera lo existente y se avanza: “no consiste el saver medicina en seguir las pisadas de los autores antiguos”58. Sin desprestigiar las tradiciones pues asegura que “se les debe a los antiguos mucho respeto y alabanza”, se burla de la ciega admiración que profesan algunos médicos de su generación para con aquellos. Les reprocha a sus colegas estar “enajenados con sus antiguas costumbres” es decir, su incapacidad de pensar por sí mismos, conformándose con unas opiniones que él tacha de “falsas y rancias” y a las que, para colmo “nos obligan a sujetarnos sin más examen que defenderlas obstinadamente”59. Refuta Barrera ese modelo anticuado y dogmático, “haciéndoles ver palmariamente en obras y escritos, que las obras Hipocráticas, Riberistas y Galenistas, no son misterios de fe, (ni que su consideración en tales obras, aunque buenas)”60. Frente a ello, exalta la esencia del pensamiento ilustrado: “los hombres son absolutos en el genio y libres en el conocimiento”61.
Una vez afirmadas la libertad y la capacidad del entendimiento, estará al alcance del médico “conocer las cosas por sus causas físico naturales, y en saber distinguir, lo bueno de lo malo”62. Pero no logrará semejante fin sin acudir al “alambique de la experiencia y [que] faltando ésta, todo lo demás es contumelia”63. He aquí otra convicción que lo vincula con su siglo, en efecto:
L’expérience est traditionnellement associée à l’observation et exprime, au XVIIIe siècle, une forme de continuité avec la médecine ancienne. Elle se trouve régulièrement érigée en rempart pour bouter hors du champ médical charlatanisme et aventurisme, mais aussi pour prévenir tout esprit de système et toute vision exclusivement ou excessivement théorique des faits. L’expérience se fait également expérimentation, confrontant dans une logique de l’essai le connu et l’inconnu, posant en conséquence de nombreuses questions : médicales et scientifiques, philosophiques, éthiques et morales64.
El contexto de circulación de los saberes (medicina, filosofía, botánica, matemáticas) y la reivindicación del criterio propio hacen posible y necesario desvelar y desmontar, como lo hiciera Feijoo, las opiniones erróneas y sin fundamento, los prejuicios que justifican a la vez que generan apatía intelectual, frenan la marcha del progreso y alejan de uno de los más anhelados objetivos, la verdad. Así pasa con los malos médicos, puesto que:
lo poco que saben, lo fundan en falsos supuestos y así su ciencia médica es más dañosa que su ignorancia. Porque quando el ser erudito a la violeta es falso, entonces se aparta más de el conocimiento de la verdad65.
Nuestro autor, tras dejar sentado que “los médicos modernos no son inferiores, antes bien son superiores en desentrañar la verdad de la naturaleza creada, que los antiguos”66, se adhiere a la idea del progreso intelectual y material por lo que argumenta en favor de una investigación que acabe con los errores pasados “desengañando” y abra perspectivas de mejoras mediante “nuebas luces”, como su siglo:
Como poco a poco se les va cibilizando, y las autoridades y congeturas modernas, les hacen descubrir nuebas luces, se van desengañando de que todas sus doctrinas antiguas de nada pueden serbir a las curaciones de una medicina práctica, firme, sólida y especulativa, como las que actualmente corren por toda Europa, con opiniones modernas de los grandes médicos escoceses, ynglcses, alemzines, olandeses y franceses, en las que se descubren razones y operaciones conbincentes más razonables, para hacer mudar de dictamen hasta los más cerrados en los autores antiguos67.
A partir de sus escritos y comentarios, se podría resumir así la modernidad del pensamiento y la praxis de Barrera y Domingo:
- Rechazar a los dogmáticos (a aquellos que repiten ciertas “verdades” como si fueran dogmas; por ejemplo, los que “Se hagarran como a sagrada áncora a lo que dice Platón”68.
- Conocer las cosas por sus causas físico naturales, otorgándole un papel central a la observación y a la reflexión.
- Saber distinguir lo bueno de lo malo, basándose en la verificación empírica que es un válido elemento de prueba, como cuando concluye: “no hay la menor duda en la eficacia de este método curativo pues hay muchísimos ejemplos de sus felices aciertos en semejantes casos”69.
- Aliar experiencia y razón (para evitar el empirismo excesivo).
- Maravillarse de los descubrimientos de la ciencia, por ejemplo el mundo infinitamente pequeño que desvela el microscopio y que luego usará para curar a sus pacientes:
Los microscopios nos han dado a conocer un nuevo mundo, así de vegetales como de animales, ellos nos enseñan que los objetos que nuestra limitada vista no pueden dscubrir, tienen extensión, división, y conformación, y que están compuestos de partes, y figuras70.
Su moderna concepción de la medicina lo abarca todo, tanto lo conocido como lo desconocido (enfermedades e insectos tropicales), lo vivido por el enfermo, el médico y sus prácticas médicas, el experimento (probando curaciones y tratamientos). El experimento y la experiencia van a ser invento, intuición y renovación de los conocimientos, como cuando él introdujo en Cuba de la Sal de la Laguna de la Higuera71, pero siempre procurando distinguir entre un empirismo bueno y uno malo, entre quienes sepan usar con reflexión e inteligencia de la experiencia, junto con Bacon, Locke, Condillac, y quienes vistan su incultura de discursos ineptos como los médicos de Molière72.
El plan del capítulo dedicado a la nostalgia es una muestra de la manera metódica de proceder del médico Barrera y Domingo:
- Descripción de esta enfermedad nostálgica.
- Definición de esta melancolía.
- De las causas mas comunes de esta enfermedad en los negros.
- ¿De qué motivo se valdrá el facultativo para vaticinar en los negros sobre esta enfermedad?
- Preguntas relativas a saber de los negros las causas predisponentes de semejante enfermedad.
- Ejemplo, probado en todas las ocasiones.
- De la curación y régimen que conviene seguir, con los negros acometidos de la nostalgia.
Pero hay más. Su acercamiento a la siquiatría, extremadamente moderno, coincide con los pasos dados por los médicos coetáneos más avanzados en otros espacios europeos como el famoso escocés William Cullen, quien fue el primero en utilizar la palabra neurosis, y a quien se refiere en varias ocasiones después de la página 120. El “doctísimo Sawages” que a veces ortografía “Sauwages” y a quien nuestro médico cita repetidas veces es François Boissier de Sauvages de Lacroix, el muy famoso autor de un libro clásico titulado Nosologia Methodica en que estudió las diferentes locuras. Philippe Pinel también redactó en 1798 una clasificación de las enfermedades mentales mientras, auxiliado por Jean-Baptiste Pussin, reformaba los hospitales de enajenados de Bicêtre y luego de la Salpêtrière en París, inaugurando así la supresión del uso de las cadenas. También menciona al ilustre médico holandés Boherhaave de quien declara seguir los consejos para curar una melancolía73.Tan ilustre entorno intelectual arroja en el aragonés Barrera y Domingo, establecido en la isla de Cuba durante casi dos décadas, una luz inequívoca: perteneció, tanto por sus conocimientos teóricos como por los protocolos que aplicó para aliviar a sus pacientes enloquecidos por su esclavización, al grupo de precursores de la siquiatría moderna.
De hecho, la intuición que tuvo Barrera y Domingo de la necesidad de una atención específica a las víctimas de traumas, aquí, del trauma de la esclavización, la encontramos en su larguísimo capítulo dedicado a la depresión aguda o profunda. Empezando en la página 66 bajo el título “De la primera enfermedad que padecen los negros en la navegación llamada nostálgica”, describe lo que hoy se designaría como estados de choque postraumático, sideración, disociación, y establece la relación entre lo que él nombra “ la terrible enfermedad de nostalgia” y los violentos trastornos de todo tipo sufridos por quienes primero fueron cazados y arrancados a sus familias, testigos de los horrores cometidos, luego transportados a América en condiciones atroces para finalmente ser explotados en condiciones espantosas en las plantaciones.
Su inteligencia de la situacion le indicó que el entorno, en su sentido amplio, era la causa primera de la ausencia de salud de los esclavizados y que también había que curar sus corazones, sus mentes, para que no murieran. Los numerosos casos observados le hicieron tomar conciencia de la relación existente entre las enfermedades del cuerpo y las de la mente, siendo esta conclusión novedosa pues iba en contra de convicción de la tradicional separación entre cuerpo y espíritu. No cabe duda de que Barrera y Domingo, en su enfoque tan pionero, fue servido por su extrema empatía y su profunda fe católica. Abrazar el alma con el cuerpo del paciente le permitió además entender la complejidad, en sus facetas orgánicas, síquicas y sociales, del ser humano a quien tenía que atender.
Desde la primera página del prólogo, aparece la expresión “los pobrecitos negros esclavos”74, con algunas variantes como “estos infelices” (dos veces en esta misma página). Mientras que los describe viviendo en “la miseria, descuido, maltrato en persona y sustento […]que gimen baxo el duro yugo de una exclabitud y riguroso castigo”, el médico califica a sus “amos y mayorales inhumanos, [de] hijos legítimos de la hez de el pueblo faltos de principios ábiles y de el temor santo de Dios”75. En las antípodas de tales monstruos sanguinarios, que le hacen eco a los “lobos” impugnados por el más famoso defensor de los inocentes oprimidos, Bartolomé de las Casas, a quien menciona en la página 27 de su obra, la mirada de Barrera y Domingo es amor76, es la de un sincero creyente que quiere denunciar, como otrora lo hiciera el protector de los indios, los crímenes cometidos:
[…] la Caridad, basa fundamental de todas las virtudes, […] me inpele, […] dar al publico una fina gratitud del amor que por Ley divina y humana he tenido y tendré a las enfermedades que oriundas de tantos trabajos, padecen los pobrecitos negros, en los yngenios, ó por mejor decir, los ornos de Babilonia, ó el infierno en vida, como lo quieran llamar77.
Expresa en múltiples ocasiones su compasión frente a situaciones horrorosas:
[…] condolido de las miserias, desnudez, hambre, esclavitud llena de ultrajes, golpes de palos, vexucos, azotes atados a una tabla en el suelo, hasta saltar la carne a pedazos de todo el cuerpo, y enfermedades externas e internas, de tantos millares de infelices negros que gimen vajo la dura serbidumbre de una bárbara esclabitud, […]78.
Cuando, en las dos últimas líneas de su libro surge, más allá del lector médico imaginado del prólogo, otro destinatario, ese “alguno”que bien puede ser cualquiera y a quien interpela respecto al testimonio y al sentimiento que desea transmitirle: “Yo me tendré por muy feliz si alguno, leyendo estos escritos, llega a formar una verdadera idea de la vida infeliz de estos infelices, si con la caridad, con ellos te eternices”79, Barrera busca dejar, mediante su relato, una huella de la verdad de los hechos que vio y vivió y suscitar piedad para con los esclavos martirizados de las plantaciones.
Asume ser un hombre virtuoso, temeroso de Dios, guiado por “el deseo de emplear siempre honestamente el tiempo, y el cuidado de no vivir ocioso”80 y, podríamos añadir, por el ansia de su utilidad como médico y como buen católico misericordioso:
Este espectáculo de la esclavitud, de tan pobrecitos negros, me inspiró una caridad, de suerte, que con ella, pretendo quitar los escrúpulos, á todos los que se persuadan, que todas mis empresas, trabajos, sudores, y curaciones, en estos, havandonados de todo el mundo, particularmente de yngleses y franceses, carecen de utilidad a el vien de la humanidad censurándome satiricamente […]81.
Otro factor agravante radica en la desesperación que acarrea la esclavitud, abocando así al esclavizado a suicidarse, acto condenado por la religión católica. Pero no son los esclavos quienes tienen la culpa de tal pecado; con su institución esclavista, lo son “no solo yngleses, franceses, portugueses, olandeses y españoles, &c. sino de todas las demás naciones de el mundo”82, puesto que al matarse buscan escapar de la tremenda explotación de que son objeto“con el fin de dar fin a su vida, por no trabajar en el tiempo de las moliendas del azúcar”83.
En buen científico, Barrera y Domingo establece una escala del maltrato a los esclavos con una gradación creciente desde “los franceses, yngleses, […] orlandeses”84, y si se apresura en afirmar que “Vien es verdad, que aunque las Américas Españolas los tratan inumanamente, nunca llega a la barbarísima crueldad de las demás naciones de Europa […]”85, explica semejante aserción sin caer en la trampa de la esencialización de unos u otros:
no porque no aya berdugos cruelísimos, para castigarlos, sino por el miedo de que si matan al negro en el castigo y se descubre, como generalmente sucede, el descubrirlo los otros negros, la justicia (aunque no por caridad) sino por el interés pecuniario, toma la defensa del negro, haciéndole gastar al inumano Nerón, más que balen veinte negros, y este temor acobarda a sus amos a no hacer con el negro lo que no hicieron un Diocleciano, un Calígula, un Nerón, ni otros muchos tiranos que tanto persiguieron al christianismo86.
Barrera y Domingo da, a lo largo de su voluminoso texto, un sinnúmero de detalles relativos a la terrible situación de sus pacientes esclavos y a la responsabilidad de sus dueños. Por ello, es un valiosísimo testimonio de las condiciones de existencia de los esclavos de los ingenios cubanos durante el primer periodo de desarrollo de la economía de plantación, cuyo inicio fue marcado por la Real Cédula del 28 de febrero de 1789. Esta otorgaba la libertad de comercio de esclavos por dos años87 pero a raíz del colapso de la producción azucarera de St Domingue provocada por la rebelión esclava de 1791 se dibujó para Cuba la perspectiva de alzarse en su lugar entre los primeros productores azucareros mundiales y, bajo la intensa y constante presión de los hacendados habaneros, la Real Cédula de 1789 fue prorrogada el 22 de abril de 1804, por espacio de doce años para los españoles y de seis para los extranjeros, especificándose que los negros introducidos deberían de ser africanos.
Su abundancia y precios baratos explican la facilidad con que los hacendados, mediante los traficantes que les abastecían, reponían a los africanos que se morían en sus plantaciones. De ahí, entre otras consecuencias, el que la abrumadora mayoría de las dotaciones por aquella época fuese bozal, es decir, de origen africano, y que los esclavistas no se preocuparan por preservar o alargar su vida. Las plantaciones, esencialmente de caña, pronto invadieron los alrededores de la capital pues en el censo de 1792 apareció un nuevo núcleo poblacional, designado como “partidos de campo”, que totalizaba 23 530 personas y equivalía a la mayor concentración habitacional en toda la isla –solo La Habana y sus arrabales podía comparársele con sus 17 970 habitantes88– e incluía 237 ingenios89. La estructura poblacional de esas incipientes zonas plantacionales ya era predominantemente negra (88%), esclava en un 86% y masculina en un 77%90.
Era la zona que Barrera y Domingo estuvo recorriendo y por la que estuvo atendiendo, durante esos quince años de despegue plantacional, a unos esclavos que padecieron extremadamente de la falta de alimentos y de su mala calidad, en particular durante el contexto de guerra que, desde 1793, trastornó las condiciones de comercio y aumentó los precios de los artículos. Barrera y Domingo señala el hambre terrible que asuela muchos ingenios, donde los esclavos comen “[…]tasajo o carne cecina como llamamos en España, más podrida y vieja que un cuero de hacer abarcas”91, llevada a tal el extremo la falta de alimento,
[…] que se comen todo cuanto hallan, sin la menor repugnancia ni escrúpulo como los intestinos, tripas, crestas y mollejas de los pollos, gallinas, patos…y todo crudo. Además todo quanto enquentran en las calles, ya sea vueno, o ya malo; he visto a muchos negros de los ingenios, comerse el maíz que hallavan por las calles entre las monigas de los bueyes, cosa que parecerá increíble, y aun mucho más, todo quanto arrojan por las fregaderas de las casas92.
Resume el facultativo español las condiciones de vida de la población esclava en las plantaciones de caña a principios del boom azucarero con esta frase: “En fin, [son] privados de todo humano remedio, condenados a un trabajo continuo en los ingenios, o por mejor decir infiernos en vida pues así es un ingenio”93. Tras describir, durante otras 465 páginas, escenas de infinitos sufrimientos, por hambre, golpes, extenuación, automutilación, que marcan de forma indeleble, en caso de que los esclavos no perezcan, los cuerpos y, según él observa, también las mentes, vincula de manera explícita la miseria generada por el estado de esclavitud con las altísimas tasas de mortalidad. Llega a la conclusión de que la esclavitud en sí es responsable de los diversos males, con todas sus secuelas, que se ensañan en los trabajadores supervivientes de los ingenios cubanos de finales del siglo XVIII, quienes, amén de la absoluta carencia de cuidados y en particular de comida por aquellos años, se ven “expuestos continuamente a experimentar siempre los rigores de un mayoral brutal o de un amo codicioso y feroz”94. Entiende Barrera y Domingo que esta violencia sistémica provoca en reacción la violencia del dominado, quien la dirige contra sí mismo o el resto del mundo. Así, adelanta casi dos siglos lo que un Franz Fanon, desde un enfoque radicalmente anticolonial, afirmaría a propósito de los enfermos siquiátricos “indígenas” en tiempos de la Argelia francesa, a saber, que muchos de los disturbios mentales de los colonizados son el resultado de los traumas producidos por la colonización de los cuerpos y de los imaginarios:
de esta vida tan miserable depende que unos metan las manos en los trapiches para que se estrujen, otros se queman los brazos o se los cortan, otros se degüellan, otros se harrojan en las calderas hirbiendo del azúcar, otros asesinan los mayorales y les sacan el corazón y las entrañas y se los comen, otros asahetean a cuantos tienen dominio en ellos, haciéndose después zimarrones o montaraces, huyendo a los bosques y robando cuanto enquentran. Y por último, se abren llagas horribles con ligaduras que hacen y hierbas que se ponen otros ay que comen tierra, cal y quanto encuentran […]95.
Desvela los mecanismos que imperan y generan brutalidad e injusticia y cuya violencia acarrea en un círculo vicioso comportamientos violentos de automutilacion, suicidio o agresividad y, aunque no ataca directamente el sistema colonial, desmonta su perversidad, aquella que dota al colono o, en esas tierras que explotan gente “de color”, al blanco en general, de un poder sin límite del que no saben sino abusar:
muchos ingenios tienen los amos un alma mas barbara y gentil que los mismos negros, y tan codiciosa e inhumana, sanguinaria y cruel como M. Robespierre (sic) pues como en esas tierras vienen a parar los mas malos hombres y los mas pobres de Europa y como han subido de la inmundicia de la tierra, y han llegado a manejar algun caudalillo, y se ven rodeados en el ingenio de estos miserables e infelices96.
Tanto la variedad y la elección de los temas abordados como el estilo didáctico con que se exponen en este voluminoso escrito revelan unos rasgos que vinculan plenamente el texto de Barrera y Domingo con su espacio y con su tiempo. Así, el catolicismo fervoroso de que se reclama era la marca del mundo hispánico, americano y peninsular, firmes en su fe, en medio de una Europa que se atrevía a ratos a cuestionar la existencia de Dios. De la misma manera, aunque no pertenecía directamente al grupo constitutivo de la Escuela Universalista hispánica, compartía con ella una labor que consistía en aunar ciencias humanas y ciencias físico-naturales, y en obrar por una nueva aproximación antropológica. También Barrera y Domingo fue hombre de su tiempo al insistir en que la finalidad de su labor era “el vien de la humanidad”, poniendo a su servicio sus novedosas aproximaciones científicas y su denuncia indignada del sistema esclavista, incluyendo la trata negrera, que estructuraban en aquel entonces las sociedades coloniales caribeñas y americanas y destrozaban despiadadamente sus trabajadores africanos forzados. Sus conocimientos y su inteligencia convirtieron sus observaciones y análisis en un estudio extremadamente agudo, matizado y moderno de psicopatología y sociología de innumerables víctimas a quienes se entregó, acaso para obrar a la redención necesaria de sus correligionarios europeos…
[1] Copyright, 1953 by Ediciones C. R., Calle Cuba N° 64, La Habana.
[2] Francisco BARRERA y DOMINGO, Reflexiones histórico-físico-naturales-médico-quirúrgicas. La Habana, Ediciones C. R., 1953, 514 p. Así lo expone el autor en la primera página de su Prólogo, p. 11.
[3] Ibid., portada de la edición de 1953.
[4] Esa ciencia viene impulsada por sus contemporáneos de la Escuela Universalista hispánica, especialmente Lorenzo HERVAS (1735-1809) considerado uno de los creadores de la etnología e incluso de la antropología modernas. Fue sobresaliente en la diversidad de los campos en que se aplicó: sus escritos permiten calificarlo de filósofo, teólogo, matemático, historiador, antropólogo y apologista.
[5] Al lector, brevísima introducción de Lydia Cabrera y María Teresa de Rojas, edición C.R La Habana 1953, in F. BARRERA y DOMINGO, op.cit.
[6] Diccionario de la Real Academia Española.
[7] Diccionario de María Moliner.
[8] Diccionario de la Real Academia Española.
[9] F. BARRERA y DOMINGO , op. cit., página de título, sin paginar en nuestra edición.
[10] Ibid., p. 505.
[11] https://www.uv.es/ricardor/Textos/La_prosa_del_siglo_XVIII.doc, 57 p. Al respecto declara el autor que “Estéril sería empeñarse en dilucidar si hay ensayos ‘puros’ en nuestra literatura de ese período”, p. 3.
[12] Ibid., p. 4.
[13] Ibid., p. 4.“Esa ‘prosa de ideas’ linda, aunque hay que reconocer que borrosamente, con la prosa de los tratados, es decir, con la de obras cuya finalidad no es tanto la transmisión de ideas como la transmisión rigurosamente ordenada del saber científico o erudito. Estamos de nuevo ante el conflicto de límites entre el ensayo, o las formas ensayísticas, y el tratado”.
[14] F. BARRERA y DOMINGO y Domingo, op. cit., p. 507-509. Por ejemplo, en el Índice final, se pasa del capítulo 4rto que empieza en la página 88 a un capítulo 1ero en la página 119 para continuar con otro sin número a partir de la 159, seguido de una “advertencia preliminar” antes de entrar en una parte titulada “segundo periodo” pero sin antes haber visto sección que indicase un primer periodo.
[15] Ibid., p. 65. Conservamos la ortografía original a lo largo de este trabajo.
[16] El Índice se despliega desde la página 507 hasta la 514 de nuestra edición.
[17] https://www.uv.es/ricardor/Textos/La_prosa?del_siglo_XVIII.doc, p. 6. Para entender que tal impresión de inadecuación entre el título y el contenido de una obra no es extraña para la época, se puede tomar el ejemplo del Informe fiscal en el expediente formado por queja de varios individuos de la Real Universidad de Salamanca contra el Colegio y maestros de Filosofía de ella (1796) que desarrolla en realidad las ideas sobre la enseñanza universitaria de su autor, Juan Pablo Forner.
[18] Susana ARROYO REDONDO, “Aproximaciones teóricas al prólogo: su papel en la narrativa española reciente”, Revista de Literatura, enero-junio, vol. LXXVI, n° 151, Universidad de Alcalá de Henares, 2014, p. 57-77, p. 65.
[19] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 11, línea 1.
[20] Id.
[22] Francisco Barrera y Domingo, op. cit., Prólogo, p. 18.
[23] Ibid., Prólogo, p. 11, líneas 2-3.
[24] Ibid., Prólogo, p. 11 línea 7.
[25] Ibid., Prólogo, p. 11.
[26] Ibid., Prólogo, p. 11.
[27] Ibid., Prólogo, p. 11.
[28] Ibid., Prólogo, p. 11.
[29] Ibid.
[30] Real Academia de la Historia, https://dbe.rah.es/biografias/36626/francisco-barrera-y-domingo.
[31] Manuel MORENO FRAGINALS, El Ingenio, tomo II, La Habana, Ediciones de Ciencias Sociales, 1978, p. 78.
[32] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 80-81. En la parte titulada Observación 1era y 2nda, el autor menciona a “Un negro esclavo del Señor marqués de casa Peñalver y Calvo”. Este es un dato que no aparece en la noticia biográfica redactada por la Real Biblioteca de Historia.
[33] M. MORENO FRAGINALS, op. cit., p. 78.
[34] Real Academia de la Historia, https://dbe.rah.es/biografias/36626/francisco-barrera-y-domingo.
[35] Menciona su creación desde el Prólogo, p. 16, de nuestra edición.
[36] Real Academia de la Historia, https://dbe.rah.es/biografias/36626/francisco-barrera-y-domingo, y F. BARRERA y DOMINGO, op.–cit., p. 240.
[37] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 15.
[38] Ibid., Prólogo, p. 13 y 14.
[39] António NUNES RIBEIRO SANCHES, (1699 en Penamacor (Portugal) y fallecido en 1783 en París), fue un médico, filósofo y erudito portugués. Se formó en las Universidades de Coímbra y de Salamanca, también en Londres y completó su formación bajo la dirección de Herman Boerhaave en la Universidad de Leiden. Escribió el artículo “vérole” en la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, https://www.larramendi.es/es/consulta_aut/registro.do?id=3312.
[40] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 12. https://dbe.rah.es/biografias/9766/andres-piquer-y-arrufat. Andrés Piquer y Arrufat (1711-1772), fue un médico, filósofo, profesor, nacido en Teruel, de origen modesto como Barrera y Domingo, cuyo objetivo fundamental de su obra escrita fue ofrecer “a la juventud española” una síntesis amplia y moderna de los saberes médicos y sus ciencias básicas . Autor prolijo, alcanzó cierta difusión en Europa.
[41] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 12.
[43] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 242.
[44] Acerca del activo foco intelectual que fue en aquel entonces dicha región, ver Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, Carlos III y la España de la Ilustración, Madrid, Alianza Editorial, Historia, Libro de bolsillo, 2005, 371 p., p. 300-305.
[45] El Real Tribunal del Proto Medicato fue un cuerpo técnico encargado de vigilar el ejercicio de las profesiones sanitarias (médicos, cirujanos y farmacéuticos), así como de ejercer una función docente y atender a la formación de estos profesionales. Creado en España en el siglo XV; en el siglo XVI se extendió a las colonias, fundándose los protomedicatos de México y del Perú, y en el siglo XVIII el Protomedicato del Río de la Plata. Fue suprimido a principios del siglo XIX.
[46] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 12.
[47] Ibid., Prólogo, p. 12.
[48] Ibid., Prólogo, p. 12.
[49] Ibid., Prólogo, p. 12.
[50] Gilles BARROUX, “Entre le vécu et l’essai : différents usages de l’expérience dans le contexte de la médecine des Lumières”, Carnets d’Histoire de la Médecine, 2020/05, https://www.biusante.parisdescartes.fr/sfhm/, p. 8.
[51] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 12.
[52] Ibid., Prólogo, p. 12.
[53] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 405.
[54] Ibid., p. 405.
[55] Ibid., p. 405.
[56] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 16.
[57] Ibid., p. 405.
[58] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 17.
[59] Ibid., Prólogo, p. 17.
[60] Ibid.., Prólogo, p. 16.
[61] Ibid., Prólogo, p. 17.
[62] Ibid. Prólogo, p. 17.
[63] Ibid, Prólogo, p. 13.
[64] G. BARROUX, op. cit., p. 8.
[65] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 15.
[66] Ibid., Prólogo, p. 17.
[67] Ibid.
[68] Francisco BARRERA Y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 14.
[69] Ibid., p. 263.
[70] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 163.
[71] Ibid., Prólogo, p. 13.
[72] G. BARROUX, op. cit., p. 8.
[73] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 112.
[74] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 11.
[75] Ibid., Prólogo, p. 11.
[76] La humanitas se funde con el concepto de caridad (caritas, el agapé griego). El humanismo cristiano retoma pues un cosmopolitismo de la humanitas que fue ya estoico, alcanzando así una significación aún más abierta, ecuménica, irenista. La imposición del amor al otro por el cristianismo, del amor al prójimo es manifestación de una específica forma de filantropía. https://cuadernoshispanoamericanos.com/la-escuela-universalista-espanola-e-hispanica/3/, Mesa Revuelta, La Escuela Universalista Española e Hispánica, Marzo, 1°, 2019, p. 1.
[77] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., Prólogo, p. 19.
[78] Ibid., Prólogo, p. 18.
[79] Ibid., op. cit., p. 505.
[80] Ibid., Prólogo, p. 18.
[81] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 64.
[82] F. BARRERA y DOMINGO op. cit., Prólogo, p. 18.
[83] Ibid, op. cit., p. 40.
[84] Ibid. Prólogo, p. 19.
[85] Ibid. Prólogo, p. 18.
[86] Ibid. Prólogo, p. 18.
[87] Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Colección Manuscrita Morales, T81, n° 25. Real Cédula de 28 de febrero de 1789 por la que se otorga la libertad de comercio de esclavos.
[88] Kenneth F. KIPLE, Blacks in colonial Cuba, 1774-1899. Gainesville, Center for Latin American studies, University of Florida, 1976. p. 84-85.
[89] M. MORENO FRAGINALS, op. cit., tome I, p. 139.
[90] M. MORENO FRAGINALS, “Peculiaridades de la esclavitud en Cuba”, Las Villas, Islas 85, 1986, p. 3.
[91] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 174.
[92] Ibid., p. 132.
[93] Ibid, op. cit., p. 40.
[94] Ibid.
[95] Ibid.
[96] F. BARRERA y DOMINGO, op. cit., p. 174.
Resumen
El médico Francisco Barrera y Domingo, quien permaneció desconocido hasta la publicación, en 1953, de un voluminoso manuscrito que se extravió hasta 1910 pero fue redactado en 1798, luego de dedicar la mitad de su vida a curar esclavos de las plantaciones cubanas durante el boom azucarero, se inscribe plenamente dentro de la corriente hispana de filosofia ilustrada de su época por su incorporación y celebración de la novedad científica, por su catolicismo militante que determina su lectura del mundo y hace que la compasión guíe sus actos y por su búsqueda asumida del bien de la humanidad.
Résumé
Le médecin Francisco Barrera y Domingo, inconnu jusqu’à la publication, en 1953, d’un volumineux manuscrit rédigé en 1798 mais égaré avant 1910, et qui consacra la moitié de son existence à soigner les esclaves des plantations cubaines pendant le boom sucrier, s’inscrit pleinement dans le courant philosophique hispanique éclairé de son époque car il intègre la nouveauté scientifique tout en la célébrant mais il est aussi déterminé dans sa lecture du monde par un catholicisme militant qui pousse la compassion à guider ses actes tout en assumant la recherche du bien de l’humanité.
Las Reflexiones histórico-físico-naturales-médico-quirúrgicas, un reflejo de su tiempo
El prólogo, o el manifiesto ilustrado de Barrera y Domingo
El autor de Reflexiones… un hombre de su siglo
La impresionante erudición de Francisco Barrera y Domingo
Su severa crítica de la falta de erudición de sus colegas
La necesidad de una reflexión crítica
La necesidad de una actitud radicalmente moderna
Su modernidad ilustrada en acción
Barrera y Domingo y su denuncia de la esclavitud
Por un humanismo cristiano fruto de la Ilustración española
Por su conciencia de lo mortífera que es la explotación esclavista colonial
Elsa CAPRON
Université de la Réunion, LCF, UR 7390
BARRERA Y DOMINGO, Francisco, Reflexiones histórico-físico-naturales-médico-quirúrgicas. La Habana, Ediciones C. R., 1953, 514p.
ARROYO ARREDONDO, Susana, “Aproximaciones teóricas al prólogo: su papel en la narrativa española reciente”, Revista de Literatura, enero-junio, vol. LXXVI, n° 151, Universidad de Alcalá de Henares, 2014, p. 57-77.
BARROUX, Gilles, “Entre le vécu et l’essai : différents usages de l’expérience dans le contexte de la médecine des Lumières”, Carnets d’Histoire de la Médecine, 2020/05. URL: https://www.biusante.parisdescartes.fr/sfhm/.
KIPLE, Kenneth F., Blacks in colonial Cuba, 1774-1899. Gainesville, Center for Latin American studies, University of Florida, 1976.
MORENO FRAGINALS, Manuel, El Ingenio, La Habana, Ediciones de Ciencias Sociales, 1978.
—“Peculiaridades de la esclavitud en Cuba”, Las Villas, Islas 85, sept-dic. 1986, p. 3-12.
Colección Manuscrita Morales, T 81, n°25. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana.
https://www.uv.es/ricardor/Textos/La_prosa_del_siglo_XVIII.doc.
https://dbe.rah.es/biografias/36626/francisco-barrera-y-domingo.
https://dbe.rah.es/biografias/9766/andres-piquer-y-arrufat.
https://www.larramendi.es/es/consulta_aut/registro.do?id=3312.
https://www.larramendi.es/es/consulta/registro.do?id=27364.
https://cuadernoshispanoamericanos.com/la-escuela-universalista-espanola-e-hispanica/3/. Mesa Revuelta, La Escuela Universalista Española e Hispánica, Marzo, 1°, 2019.